viernes, 11 de noviembre de 2011

¡NO MAS DICTADURAS EN NICARAGUA. TODOS CONTRA EL FRAUDE!


Los ciudadanos nicaragüenses que abajo firmamos, en representación de las organizaciones: “MOVIMIENTO CONTRA LA REELECCION Y EL FRAUDE”, “COALICION DEMOCRATICA” y “PARTIDO DE ACCION CIUDADANA (PAC)” conscientes de que es nuestro sagrado deber patriótico el impulsar la democracia en nuestro país, y por tanto el luchar contra la consolidación de tiranías que conculcan nuestros derechos y libertades, enfáticamente
DECLARAMOS QUE
1.       El pasado 6 de noviembre los nicaragüenses fuimos testigos de uno de los actos mas bochornosos de nuestra historia patria. El partido de gobierno, el FSLN, a través del Consejo Supremo Electoral, una instancia desprestigiada y corrupta, llevaba a efecto un fraude electoral de gigantescas proporciones en aras de garantizarse el poder absoluto en los años venideros. Se consumaba así un proceso electoral cuyas características fraudulentas se evidenciaron desde el arranque del mismo.

2.       Existe un abundante inventario de irregularidades que se manifestaron a lo largo de todo el proceso electoral y que culminaron con el ofensivo fraude. Irregularidades como la ilegal e inconstitucional candidatura de Ortega, el establecimiento de un Consejo Supremo Electoral de facto, la conformación de un padrón electoral inflado, la realización de un proceso de cedulación parcializado a favor del partido de gobierno, el no permitir la presencia de observadores nacionales y ponerle trabas a los observadores internacionales, la no acreditación de los fiscales de los partidos no oficialistas en centenares y hasta miles de JRV, la falta de recuento inicial y final de las boletas electorales, la utilización de la boleta única, la expulsión de los fiscales a la hora del conteo, la apertura de juntas receptoras de votos sin la presencia de todos los fiscales y más y más irregularidades que, al decir de los observadores de la Unión Europea, hicieron a este proceso electoral “carente de neutralidad y transparencia”.

3.       Este cúmulo de irregularidades ha generado brotes espontáneos de resistencia popular que han sido reprimidos violentamente mediante la movilización de fuerzas de choque, al mejor estilo fascista, con el acompañamiento cómplice y desvergonzado de Policía Nacional que ha pasado a constituirse en una instancia partidista. Ello ha dado como resultado víctimas mortales en varias zonas del país lo que hace a este proceso electoral, además de sucio y carente de credibilidad, un proceso manchado de sangre de nicaragüenses.

4.       El Consejo Supremo Electoral de facto, representado en la figura corrupta y grotesca de Roberto Rivas, cuyos niveles de cinismo e inmoralidad no parecen tener límites, no ha publicitado como manda la Ley los resultados electorales en cada una de las Juntas Receptoras de Votos. De ahí, todo parece indicar, que sus funcionarios se encuentran afanados tratando de crear o inventar los documentos que soporten el disparatado informe de resultados electorales que han venido presentando a la nación nicaragüense.

5.       Dada estas condiciones, los abajo firmantes,  no reconocemos el resultado de estas elecciones por considerar que en ellas  no está representada la voluntad popular, ya que ésta fue violentada y burlada mediante las irregularidades implementadas e impulsadas por el partido de gobierno a través del Consejo Supremo Electoral de facto. Un gobierno surgido bajo estas condiciones es en realidad un gobierno que se impone mediante un golpe de estado amañado o encubierto por un proceso electoral fraudulento.


POR TANTO DEMANDAMOS

·         La inmediata nulidad de las elecciones realizadas el 6 de noviembre en nuestro país.
·         El cambio inmediato de las autoridades electorales actuales corruptas y parcializadas.
·         La realización de nuevas elecciones en condiciones de transparencia e imparcialidad que garanticen el respeto de la voluntad popular.
·         Que la Organización de Estados Americanos declare las elecciones fraudulentas realizadas en Nicaragua como un acto violatorio a los principios contenidos en la “carta democrática interamericana” y tome las medidas pertinentes que de ello se derivan.
·         Que la comunidad internacional no reconozca los resultados electorales y mucho menos al gobierno dictatorial producto del fraude electoral realizado el pasado 6 de noviembre.

En la lucha por estas demandas llamamos al pueblo nicaragüense a utilizar todas las formas de resistencia necesarias.  De esa manera hará que su voto sea respetado y defenderá la democracia, pues solo el pueblo, mediante su movilización,  podrá revertir las pretensiones de Ortega y sus cómplices de instaurar una nueva dictadura en Nicaragua.
Dado en la ciudad de Managua a los 11 días del mes de noviembre del 2011.

MOVIMIENTO CONTRA LA REELECCION Y EL FRAUDE.
COALICION DEMOCRATICA (CD)
PARTIDO DE ACCION CIUDADANA (PAC)

martes, 5 de julio de 2011

Orteguismo y somocismo unidos por su bien común

Orteguismo y somocismo unidos por su bien común

Onofre Guevara López 

Atestiguar la aproximación del somocismo al orteguismo –o viceversa– es volver a tener frente a los ojos la sangre manada de los cuerpos lacerados de nuestros hijos, hermanos y padres, sin más atenuante para el justo enojo que ver confirmado, en esa unidad innoble, la acusación de que orteguismo es igual a traición de los ideales revolucionarios. El compromiso de conservar la paz entre adversarios políticos lo es también con la tolerancia y el respeto a la libre existencia de todos, pero la paz no exige olvido, mucho menos la conciliación cómplice en aventuras políticas contra la libertad y la democracia.
Los nostálgicos del somocismo ofrecen su apoyo a la reelección de Daniel Ortega, y si éste lo acepta, como parece, no será para otros fines que no sea aplastar el orden jurídico nacional; concretar la violación del Artículo 147 de la Constitución; darle luz verde a la manipulación de las instituciones; confirmar los actos de corrupción; afianzar las viciosas costumbres de la política tradicional caudillesca; y legitimar los negocios privados con el dinero venezolano y estatal. Es que ningún somocista probado daría su apoyo para una acción patriótica, ni para un evento electoral con transparencia.
Al pueblo, a la sociedad, al país, no les beneficia una alianza entre somocismo y orteguismo, ni tienen porqué costear las nostalgias de los partidarios del primero, ni las ambiciones continuistas de los partidarios del segundo. Pero ningún nicaragüense sensato, de la tendencia política e ideológica que fuere, tendría que sentir indignación si esta alianza tuviera propósitos reconstructivos del orden institucional con aspiraciones democráticas. Pero ya hemos visto –y la historia no puede desmentirlo— se trata de dos tendencias oficialistas con vocación autoritaria, por decir lo menos.
Hasta las pretensiones de los somocistas, como las diputaciones y los cargos diplomáticos; más la construcción de cien iglesias evangélicas, parecerían inofensivas e intrascendentes, si en el fondo no existieran sus agresiones al orden constitucional. Que no otra cosa están haciendo los somocistas, al darle apoyo a la reelección ilegal a cambio de prebendas, y aunque se ignora si el orteguismo ha respondido, sabemos que está acostumbrado a prodigarlas entre políticos profesionales del oportunismo.
Con una oposición debilitada por su dispersión, y peor que eso: con herencia somocista también –como es el caso del PLC y ALN—, no se espera una reacción seria ante la traición del orteguismo y la desfachatez de los somocistas. Debería ser motivo de indignación y rechazo, porque los somocistas vienen a reforzar –así no tengan mucha fuerza numérica—, las ilegalidades contra los derechos políticos democráticos. Pero si la oposición oficial no ha sido beligerante frente a ninguna de las violaciones inconstitucionales del orteguismo, no será ahora que lo haga, cuando está embarcada en una burda campaña electoral.
Es significativo el hecho de que en su manifestación, con sus pancartas de apoyo a Daniel frente a su Presidencia-Secretaría-Hogar, los somocistas no hayan sido obstaculizados para nada, en contraste con lo que les sucede a los opositores, que no pueden ni acercarse al área del parque El Carmen, sin ser reprimidos por la Policía y las turbas orteguistas. Ni siquiera los ancianos en lucha por una pensión reducida han tenido el privilegio de ser permitidos acercarse a los gobernantes y a su flamante “complejo presidencial”. Son dos hechos que, pese su relativa simpleza, dicen mucho acerca de cómo se manejan los derechos ciudadanos en nuestro país.
Los políticos demagogos del orteguismo, desde sus cargos de diputados, diplomáticos o de simples mantenidos con prebendas por el gobierno, han ensayado poses de dignidades ofendidas cuando se les han señalado las características somocistas que han venido perfilando con su conducta. Lo único de lo que han sido capaces es de responder, es que hoy no existen presos políticos ni se ha matado opositores, como antes. Prisión y asesinatos son propios de la tiranía, no de la dictadura. Y aunque sean sinónimos, la dictadura se caracteriza por ejercer el gobierno al margen de las leyes, que es lo que hace el gobierno de Ortega y, por lo tanto, es dictatorial.
Cualquiera sea el pretexto esta alianza, carece de mucha importancia. Es la carrera desenfrenada por reelegir a Ortega, iniciada desde antes del 2007, lo que atropella el orden constitucional contrario a los derechos democráticos y las libertades públicas, lo que causa alarma. De manera que los somocistas no han venido a aportar nada nuevo al orteguismo, sino a reforzar lo que ha estado en marcha durante varios años.
Queda flameante, además, el hecho infame de que Ortega y su falange están produciendo todos los efectos de un golpe de Estado reaccionario sin utilizar directamente a los militares, sino falseando las leyes de la república con otro ejército: el de los funcionarios, magistrados, jueces y líderes sindicales corruptos. Todos ellos, rinden culto a la persona e intereses políticos y económicos de Ortega, como nunca le han rendido culto a las leyes y ni a institucionalidad del país.
Al margen de lo que se piense o se sienta por causa del acercamiento somocista hacia el orteguismo, se reconoce en ello el trágico hecho histórico de que somos una sociedad atrasada en lo político, lo social y en lo económico, pese a un largo y cruento proceso de lucha, y después de haber creído fundar las bases de los cambios sociales con la última revolución del Siglo XX. Hemos vuelto a vivir en condiciones similares a las de hace siglo atrás. Y ese, no es un ejemplo estimulante para los pueblos hermanos, ni para quienes tratan de explicar los procesos históricos según las leyes del desarrollo social.
No son pocos los daños y confusiones, ni están limitados a nuestras fronteras, los causados por el grupo de Ortega con sus ambiciones y su falta de ética. Un ejemplar caso: el jueves 30 de junio, minutos antes del informe televisivo del presidente Hugo Chávez, al pueblo venezolano sobre su estado de salud, Cubavisión internacional pasó un vídeo con una conversación informal entre Fidel y Chávez. Ahí, Chávez expresó la opinión sobre un hecho de nuestro pasado, con una visión distorsionada: que se critica “a los sandinistas por sus errores”, pero se omite la responsabilidad de la agresión gringa.
Falso. A los orteguistas (no a los sandinistas) se les critica su autoritarismo violatorio de la Constitución para perpetuar en el poder a Daniel Ortega, la corrupción y otros “errores”, como sus agresiones a los derechos democráticos de los nicaragüenses. Y se critica a Ortega, porque no es transparente con los petrodólares que el mismo Chávez le proporciona, y que Daniel invierte en sus negocios familiares.
Que sumen, los que quieran, aquí y afuera, ese último “error” orteguista: su similitud, por su bien común, con el somocismo.

martes, 28 de junio de 2011

La división del “trabajo”

Onofre Guevara Lopez.

Ya casi no queda nada –ni nadie que lo dude— que en el Estado casi todo funciona de hecho y no de derecho. Y ese vicio, no desconocido en nuestra historia, hoy está más universalizado que nunca. Hay un presidente que, de hecho, ganó el cargo con un porcentaje (38%) violatorio de una obligación estatuida en la ley (el 50% más uno), al amparo de acto un pacto político mafioso. Junto al presidente cogobierna una señora que no tuvo elección legal de ningún tipo, pero, de hecho, tienen una división del “trabajo” como quizá no haya otra en el mundo.
Él, don Daniel Ortega, de hecho funciona con una autonomía que la Constitución no le concede, y además de no tomarla en cuenta, la modifica a su antojo en lo que se opone a sus intereses políticos. Ella, doña Rosario Murillo, complementa ese “trabajo”, alimentándole su complejo mesiánico, con un lenguaje seudo místico, de amor a los pobres, la paz, la vida y la felicidad.
El “trabajo duro” y la fortaleza del poder lo hace Ortega en sus discursos. Antes, usa como recurso psicológico para dominar a su auditorio, hacerse esperar hasta cuatro horas, mientras le distraen con música, consignas y espectáculos de bajo nivel artístico. Su hablar pausado no es sólo por su falta de fluidez, sino porque recalca sus palabras e ideas hasta el cansancio, como queriéndolas penetrar en sus mentes junto a su imagen de caudillo incontrovertible. La parte maternal y mística es de Murillo, quien, con tono declamatorio melodramático, elogia las virtudes del “comandante Ortega” (que nunca comandó en la guerrillera).
Para Rosario, Daniel es hombre que no duerme, pensando en los problemas de los pobres y de la patria; piensa en todo: la casita para regalar a los pobres, la educación de sus hijos, la salud de todo el pueblo. Todo adquiere en su voz de santidad fingida, como esperando que ocurran sus milagros frente al auditorio. Las 24 horas del día, se le oye por sus radios, y la mitad del día se le ve por sus canales de televisión, y en los encuentros con sus secretarios políticos, excitando a mejorar el “trabajo”, a no apartarse del objetivo de propagar la idea del “bien común”, para lo cual nada es mejor que conseguir la reelección para que el bienestar y la felicidad de los pobres sean alcanzadas a plenitud.
Ella pone semblante de piadosa matrona en misa cuando habla Daniel, pero no invade su terreno, porque en su voz mística no calza lo que en la suya –de Daniel—: las palabras idóneas contra los peleles, agentes de la embajada gringa, traidores, hijos de Gobbels, vendepatria, defensores de los oligarcas y etcéteras que ya ni se diga. Pero en ambos, en su turno, no faltan las invocaciones a Dios y a la virgen María, cuya voluntad divina de ayudar a los pobres se expresa a través de Daniel. “Cumplirle al pueblo, es cumplirle a Dios”, no es consigna que se queda en los rótulos, baja a las masas como su sagrado compromiso de no fallarle a ninguno de los dos. Este recurso demagógico se los ha facilitado el espacio que dejó en sus mentes una teoría revolucionaria en su fuga, de pronta y fácil disolución.
La indiferencia que Daniel y Rosario lucen por la legalidad es tan imperturbable como la Esfinge. Y no sólo porque no la respetan, sino porque ante las protestas por las violaciones que les hacen a la Constitución y a todo el orden jurídico, no les mueve ni siquiera para argumentar sus medidas. Se sienten por encima del bien y del mal, luego de que ordenan a sus agentes una violación constitucional, y todo queda consumado por su sacra voluntad. Escrito “en piedra” está, dicen después.
En otro nivel de la división del “trabajo”, desconocer, violar el orden jurídico, es labor de sus agentes-magistrados en el Poder Judicial, y para aplicarlas, está su Consejo Supremo Electoral. Ellos responderán a las críticas, si quieren, porque nada ni nadie les obliga. Los co-gobernantes, ante las denuncias documentadas de la corrupción en las instituciones no dicen una sola palabra en público, aunque en privado reparten más premios que castigos, pero eso no es materia que merezca ser discutida ante el pueblo, el que, en vez de información, recibe consignas.
Otro tema que no alcanza el mérito de ser tocado por sus excelencias es el de sus cuantiosos negocios con el dinero venezolano y del Estado. Pueden caer rayos y centellas en forma de críticas y denuncias, y nada les hace explicar nada. En su división del “trabajo” eso no cuenta; eso corresponde al área sagrada de lo intocable, o cuando más, sólo para algunos de sus testaferros.
El orteguismo se ve empeñado en destruir las bases jurídicas de un Estado ya penosamente democrático, y cada quien hace su “trabajo” en el área encomendada. Para ello, han moldeado una militancia sobre la base de prebendas y oportunidades de enriquecimiento con impunidad. Han construido una maquinaria deshumanizada y ambiciosa: por ideología tiene fe; por principios obediencia; por convicción ciega confianza; por ideales objetivos; por dirigentes ídolos; por organización secta religiosa.
Creen vivir en una burbuja de cristal, donde habitan los buenos, mientras los malos están excluidos por castigo divino, dado que atentan contra la felicidad de sus bienaventurados “burbuguenses” (los nuevos burgueses). Por eso, son sordos ante las denuncias de corrupción; para ellos, sería darles gustos a los enemigos, agentes del imperialismo y la derecha que añoran los gobiernos neoliberales corruptos, y llevan a cabo sus planes de acabar con el poder del pueblo, dignificado por primeras vez por “su  revolución”. Enseñan a su gente ver el poder no como medio para avanzar cambios sociales, sino para materializar sus ambiciones; las condiciones que se han creado con el poder, les ha aflorado adormecidos o postergados vicios, y les estimulan los nuevos.
Los “cuadros” nuevos están condicionados por un ambiente político decadente, sin ninguna experiencia de vida bajo el somocismo y, por ende, ajeno a las luchas históricas, sin cultura política ni ideales progresistas; se los han sustituidos por el fanatismo caudillista y el oportunismo político. Por eso, no les ha sido difícil tomar las piedras para usarlos contra los “enemigos”, y defender al “Hombre”, haga lo que haga en contra de la institucionalidad. Su objetivo se lo han marcado muy bien: defender con cualquier medio al gobierno de “los pobres” en una cruzada por la felicidad de todos, contra los malos que conspiran bajo el pretexto de defender los derechos democráticos y abusan contra las libertades que garantiza este gobierno.
En fin, los nuevos “cuadros” tienen las “cualidades” del agente, el “oreja” o el guardia de los somocistas llena-plazas y represores.   
Función resumida de la maquinaria orteguista: en lo ideológico: instintos contra convicción; en lo económico: la caridad en vez de trabajo digno; en lo administrativo: oportunismo versus honradez; y en lo político: el poder contra derechos. Una maquinaria puesta en marcha al alimón por una falsa mística y un falso revolucionario. Una armónica división del “trabajo”.