martes, 25 de mayo de 2010

Una democracia enferma de muerte

Onofre Guevara López

No parece haber rescate de la vida útil de la política en manos de quienes están disfrutando su oportunismo –o su traición, que tanto se le parece—, además de que parecen dispuestos a llevar esa enfermedad a su última fase. Más aún, cuando hay dos actores principales jugándoselas todas en el clímax de su vida política: el orteguismo aferrado al poder con pasión continuista, y diputados formalmente opositores sin futuro después de finalizado el actual período.

Están como subastando un negocio en liquidación. En estas condiciones, existe una atracción y defensa mutua entre ambos sectores en momentos decisivos para morir o sobrevivir como factores de poder político y del poder económico que del primero de deriva. El orteguismo puja por los diputados sin futuro y, por ello, proclives a vender sus últimos votos a cualquier precio. A esos diputados oportunistas, nada les puede atraer más al final de su vida útil, que el polo del poder económico-político del orteguismo.

Se necesitan y se complementan, de ahí que no haya fuerza moral ni ética que les detenga. Sus mutuas ambiciones viven en una urgencia tal, que no son capaces de encontrar otra salida a sus ambiciones que unificarlas tras el mismo objetivo, aunque para algunos éste es más temporal que permanente. Lo que les importa es funcionar tras objetivos prioritarios: unos, asegurarse el poder, y otros las prebendas, al margen de cualquier consideración de orden legal o constitucional. (Hablar aquí de orden moral y ético, está demás).

De hecho, ya cari logran burlar la resistencia al “decretazo” que puso por debajo del presidente la autoridad y la facultad legislativa de la Asamblea Nacional, aparte de que hace rato algunos diputados parecen haberse olvidado de la brutal violación del artículo 147 Cn., el cual puso la Constitución bajo la voluntad del presidente Ortega. Al respecto, mucho se habla y se critica la incapacidad de los diputados de oposición para sumar siquiera 47 votos contra estas violaciones constitucionales, pero además de incapacidad numérica, hay que hablar de la incapacidad política, de la cual emana la primera.

Ya se sabe que a esa incapacidad política, contribuyen las ambiciones personales de ciertos diputados, más todos los derivados de su endeble moralidad. Pero… ¿y el resto de los diputados que, por lo menos hoy, no se les puede ubicar entre el grupo oportunista? No se habla de incapacidad política del discurso, sino de que no todos ven más allá de aprovechar su función legislativa, y eso es una gran limitante para el necesario desempeño de una labor política, en la cual debería tener primer lugar la atención y su relación con el pueblo al que dicen representar.

Se supone que ahí está la raíz de la mala actuación, en general, de los diputados: en el carácter marginal que tienen sus funciones parlamentarias. Y eso no se resuelve con teoría ni un buen discurso. Se trata de siglos de malformación de las actividades legislativas, expresada en la separación total del diputado con el sector social que supuestamente representa. Esta deformación, apenas tuvo alivio durante el primer período legislativo de la Asamblea Nacional. Se trata, entonces, de una mal estructural de la función legislativa en nuestro país.

Ante la última –aunque aún no concluida— demostración del divorcio entre los intereses sociales y los individuos que mal los representan en los Poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, ya no caben simples remedios. Pero tampoco estamos los nicaragüenses en condiciones de aplicar remedios radicales o definitivos. Sólo queda como salida de urgencia aplicar medidas que sirvan de arranque hacia soluciones más de fondo: que los sectores sociales afectados desconozcan la autoridad –toda clase de autoridad— de los personajes que utilizan sus cargos para destruir la base constitucional del Estado.

Y, en principio, desconocer esas autoridades significa no aceptar la legalidad de ninguna de las reformas violatorias de la Constitución Política, lo que, de hecho, representa la voluntad de ejercer su defensa contra los violadores, al menos en tres aspectos esenciales: no aceptar la inscripción de la candidatura de Daniel Ortega; no aceptar el patrocinio de ningún proceso electoral de un CSE reelegido; no participar en un proceso electoral levantado sobre la base de ilegalidades.

Es evidente la contradicción existente entre tales medidas y las actividades electoreras previas, en las cuales ya aparecen empeñados algunos sectores de oposición. Igual sería contradictorio con la resistencia popular contra las ilegalidades del orteguismo, dar por aceptado todo lo que resultare de sus maniobras politiqueras que, igual que los “decretazos”, se burlan de las normas constitucionales. Ejemplo de ello, es la “elección” de Alfredo Gómez Urcuyo como diputado, en calidad de suplente que no tiene del ex presidente Bolaños, por lo que todo el mundo sabe: él fue un vicepresidente nombrado, no electo por el voto popular como manda la Constitución.

Pese a que la restitución de su condición de diputado al señor Alejandro Bolaños Davis, es un acto de justicia, con este gobierno no se descarta una posible maniobra politiquera. No se puede confiar en quienes argumentaron de todo para arrebatarle su diputación, y ahora se deciden sorpresivamente por lo contrario de lo que ayer alegaron. En todo caso, nada de lo que hagan hará perder, si no reforzar, el ejercicio violatorio del orden constitucional de este gobierno.

Como un elemento adicional a sus violaciones a la máxima Ley, los defensores de este régimen arbitrario, dizque se ofenden cuando alguien afirma que el orteguismo es peor que el somocismo. En primer lugar, si no lo consideran cierto, ¿por qué se molestan? En segundo lugar, no hay comparaciones absolutas, debido a que no hay dos situaciones históricas absolutamente iguales.

Un ejemplo: las oscuras e inmorales triqueñuelas que ahora practica el orteguismo para violar el orden constitucional son peores, porque al somocismo ni siquiera les eran necesarias. La integración de las instituciones estatales y del Congreso –senadores y diputados— no eran resultado de una elección más o menos disputadas, sino de un simple reparto: el 60 y el 40 por ciento para somocistas y zancudos conservadores, respectivamente.

Como se ve, desde el punto de vista formal, no son dos situaciones idénticas, pero si vemos el resultado, lo que ocurre ahora es peor, porque el somocismo nunca pudo engañar que no era una dictadura, y porque el orteguismo no sólo engaña con su gobierno “de unidad y reconciliación”, sino que también se burla del pueblo al cambiar arbitrariamente el resultado de lo que fueron –o se dice que fueron— unas elecciones libres y democráticas.

Todo es relativo y nadie se engaña: hay cosas peores bajo el orteguismo que bajo el somocismo, y viceversa. La cuestión esencial, es que ninguna violación a los derechos de las personas necesita ser medida ni comparada con otra violación para merecer una condena. Y, en ese aspecto, cada quien debe asumir sus propias características y responsabilidades.

jueves, 20 de mayo de 2010



Y los dueños de los 48 votos, ¿qué se “ficieron”?

Onofre Guevara López

Hay una incongruencia entre la ofensiva orteguista y la inercia de la oposición parlamentaria. La escalada orteguista contra el orden constitucional no tiene visos de bajar el ritmo, porque el tiempo le se agota. En rápida sucesión de actos violatorios de la Constitución –sin contar la constante violación del carácter laico del Estado y los nombramientos al margen de la Asamblea Nacional—, se le ha visto imponer fallos y decretos tan ilegales que más parecen ajusticiamientos del orden jurídico.

La causa de esta escalada de ilegalidades, es el obsesivo propósito de la reelección de Ortega, quien viola el artículo 147 Cn.; impone el decreto 03-2110, con el que se arroga funciones que no son suyas, al prorrogar los períodos de magistrados; ordena exhumar el artículo transitorio 201 de la Constitución aprobada en 1987, para justificar la violación anterior; y ahora –y seguro que sólo por el momento—, el fallo de apenas dos de sus magistrados de la Sala Constitucional y un ex magistrado alzado contra la Ley, que amenaza con dejarlos sin inmunidad y hasta con cárcel a los diputados que sigan con la discusión de ley derogatoria de su decreto ilegal.

Si el empeño de violar las disposiciones constitucionales para abrir paso a la reelección presidencial no ha tenido freno, es de esperarse que el gobierno altere cualquier otro artículo del orden legal establecido, con tal de imponerla. A nadie asombraría la continuidad de esta escalada de violaciones constitucionales, pero sí asombra que los 48 diputados, supuestamente dispuestos a frenarlas, continúen “clandestinos” frente a esta una ofensiva orteguista. Eso es incongruente e injustificable.

Los orteguisitas no van a dejar de hacer lo menos, cuando ya han avanzado bastante con sus atropellos. Y quienes más en contacto viven con ese desenfreno son los diputados de oposición, pero no todos, ni mucho menos, reaccionan en consecuencia, sino que más bien parecen sólo interesados en hacer un rechazo declarativo. Aparte de los jefes de las bancadas opositoras, algunos presidentes de comisiones y otros directivos, que no suman ni diez, el resto –que también hace mayoría en la composición de la Asamblea Nacional—, vive dentro de un mutismo no ajeno de sospechas.
¿Temor, inconciencia, oportunismo, complacencia, yoquepierdismo, acomodamiento? Podría haber de todo, como también de nada, pero el hecho evidente y criticable, es su silencio y su inercia ante el conflicto. Y si lo hicieran por ese nefasto sentido de la disciplina partidaria, tampoco es plausible, porque detrás pueden esconderse, precisamente, actitudes temerosas, inconscientes, oportunistas, complacientes, yoquepierdistas y muy cómodas, hasta llegar a la complicidad.

Se sabe que no están dejando de hacer algo. Y ese “algo” es, sin dudas, atender sus asuntos personales –negocios, sobre todo—, por cuestión de viejo oficio o porque ahora se los facilita el enorme ingreso económico que reciben. En definitiva, significa que los diputados están haciendo cualquier cosa, pero no todo lo que debieran hacer y a lo que se han comprometido hacer ante la ciudadanía para defender la institucionalidad del país.

En fin, cualesquiera fueran las causas de su apatía frente al avance reeleccionista, ya es suficiente motivo de preocupación para la ciudadanía y una motivación para su reclamo, porque, así sean los diputados sólo formalmente sus representantes en el Poder Legislativo, con su cargo hacen su vida muelle a costa de los impuestos de la misma ciudadanía. Si no es posible que cambien de raíz esa conducta, al menos podrían variarla; es una obligación moral, más que una obligación política.

No es necesario hacer constar que este reclamo no es para los orteguistas, y no porque los creamos exentos de responsabilidades, sino por lo contrario, precisamente, porque son los más responsables por ser parte de la maquinaria que está contribuyendo con los magistrados orteguistas al aplastamiento del orden constitucional. Y actúan en consecuencia con su condición de máquinas para votar, no para hablar, menos para razonar ni siquiera su voto.

El reclamo, es para los diputados cuyas acciones y posiciones políticas son proclamadas por ellos mismos como de oposición. Pero parece que están, como se dice, sólo “de corazón” opuestos al continuismo y la reelección, más todo lo que está significando para el futuro del orden constitucional del país. En todo caso, su posición es meramente oficial, no sentida como un deber patriótico individual, y eso permite –como ya lo ha permitido— la evasión de responsabilidades y la fuga del compromiso de actuar como verdaderos opositores.

Si bien tienen sus portavoces de bancadas, el resto de diputados no tiene derecho al silencio. Los dueños de los 48 votos deben salir de las listas oficiales, por demás dudosas, y hacerse presente ante el pueblo trabajando contra la reelección. A los diputados les sobran recursos y tiempo para hacer algo más concreto y decisivo en contra la ofensiva orteguista contra las leyes.

Parte de ese “algo”, debería ser reunir y movilizar a los ciudadanos en las regiones que supuestamente representan; explicarles en qué consiste la peligrosidad de las medidas al margen de la Constitución. Sus correligionarios verían, por primera vez quizá, que tienen representantes en las Asamblea Nacional, y para eso, no requieren del padrinazgo de las cúpulas de sus partidos, sino actuar, incluso, como un solo grupo parlamentario. Cualquiera sea su partido, su ideología o su proyecto político, si esos 48 diputados tienen la misma visión sobre la peligrosidad de la ofensiva orteguista, es suficiente razón para actuar unánimemente, no sólo para “pensar”, en contra de la reeelección.

Y no piensen que se les están dando “consejos”, sino exigiendo el cumplimiento de sus deberes para con el pueblo que supuestamente los eligió y, lo que es más importante: el pueblo que trabaja para mantener sus ingresos económicos y sus privilegios. El pueblo tampoco está exento de la responsabilidad de llamar la atención a los diputados, si es que quiere ser bien representado. Hacerlos pasar de la representación formal a la representación real. Si no se comienza siquiera con eso, no podría aspirarse a contar con una Asamblea Nacional representativa de la voluntad popular.

El ejercicio de la democracia no es una declaración política, sino una práctica cotidiana de los ciudadanos, mucho más cuando –como ahora— tratan de imponer una falsificación de la democracia y, peor aún, hasta de imponer una revolución falsificada. Con la indiferencia, la pasividad y la espera de que desde el exterior venga el esfuerzo por los cambios políticos y sociales, no se hace honor a la trayectoria del pueblo nicaragüense. Tampoco debe olvidarse que las falsificaciones no se detienen dentro de las fronteras nacionales, y que la pasividad permite a los falsificadores presentarse en el exterior como depositarios de la voluntad popular.

martes, 18 de mayo de 2010


En uno de aquellos días manifesté a mis amigos que si en Nicaragua hubieran cien hombres que la amaran tanto como yo, nuestra nación restauraría su soberanía absoluta. Mis amigos me contestaron que posiblemente habría en Nicaragua ese número de hombres, o más. A.C.SANDINO.

Después de votar, mal que bien, ¿qué hacen los diputados contra la reelección?
Onofre Guevara López

Hay una incongruencia entre la ofensiva orteguista y la inercia de la oposición parlamentaria. La escalada orteguista contra el orden constitucional no tiene visos de bajar el ritmo, porque el tiempo se le agota. En rápida sucesión de actos violatorios de la Constitución --sin contar la constante violación del carácter laico del Estado y los nombramientos al margen de la Asamblea Nacional--, se le ha visto imponer fallos y decretos tan ilegales que más parecen ajusticiamientos del orden jurídico.

La causa de esta escalada de ilegalidades es el obsesivo propósito de la reelección de Ortega, quien viola el artículo 147 Cn.; impone el decreto 03-2110, con el que se arroga funciones que no son suyas, al prorrogar los períodos de magistrados; ordena exhumar el artículo transitorio 201 de la Constitución aprobada en 1987, para justificar la violación anterior; y ahora --y seguro que sólo por el momento--, el fallo de apenas dos de sus magistrados de la Sala Constitucional y un ex magistrado alzado contra la Ley, que amenaza con dejarlos sin inmunidad y hasta con cárcel a los diputados que sigan con la discusión de ley derogatoria de su decreto ilegal.

Si el empeño de violar las disposiciones constitucionales para abrir paso a la reelección presidencial no ha tenido freno, es de esperarse que el gobierno altere cualquier otro artículo del orden legal establecido, con tal de imponerla. A nadie asombraría la continuidad de esta escalada de violaciones constitucionales, pero sí asombra que los 48 diputados, supuestamente dispuestos a frenarlas, continúen “clandestinos” frente a esta ofensiva orteguista. Eso es incongruente e injustificable.

Los orteguisitas no van a dejar de hacer lo menos, cuando ya han avanzado bastante con sus atropellos. Y quienes más en contacto viven con ese desenfreno son los diputados de oposición, pero no todos, ni mucho menos, reaccionan en consecuencia, sino que más bien parecen sólo interesados en hacer un rechazo declarativo. Aparte de los jefes de las bancadas opositoras, algunos presidentes de comisiones y otros directivos, que no suman ni diez, el resto –que también hace mayoría en la composición de la Asamblea Nacional—, vive dentro de un mutismo no ajeno de sospechas.

¿Temor, inconciencia, oportunismo, complacencia, yoquepierdismo, acomodamiento? Podría haber de todo, como también de nada, pero el hecho evidente y criticable es su silencio y su inercia ante el conflicto. Y si lo hicieran por ese nefasto sentido de la disciplina partidaria, tampoco es plausible, porque detrás pueden esconderse, precisamente, actitudes temerosas, inconscientes, oportunistas, complacientes, yoquepierdistas y muy cómodas, hasta llegar a la complicidad.

Se sabe que no están dejando de hacer algo. Y ese “algo” es, sin dudas, atender sus asuntos personales –negocios, sobre todo—, por cuestión de viejo oficio o porque ahora se los facilita el enorme ingreso económico que reciben. En definitiva, significa que los diputados están haciendo cualquier cosa, pero no todo lo que debieran hacer y a lo que se han comprometido hacer ante la ciudadanía para defender la institucionalidad del país.

En fin, cualesquiera fueran las causas de su apatía frente al avance reeleccionista, ya es suficiente motivo de preocupación para la ciudadanía y una motivación para su reclamo, porque, así sean los diputados sólo formalmente sus representantes en el Poder Legislativo, con su cargo hacen su vida muelle a costa de los impuestos de la misma ciudadanía. Si no es posible que cambien de raíz esa conducta, al menos podrían variarla; es una obligación moral, más que una obligación política.

No es necesario hacer constar que este reclamo no es para los orteguistas, y no porque los creamos exentos de responsabilidades, sino, por el contrario, precisamente, porque son los más responsables por ser parte de la maquinaria que está contribuyendo con los magistrados orteguistas al aplastamiento del orden constitucional. Y actúan en consecuencia con su condición de máquinas para votar, no para hablar, menos para razonar siquiera su voto.

El reclamo es para los diputados cuyas acciones y posiciones políticas son proclamadas por ellos mismos como de oposición. Pero parece que están, como se dice, sólo “de corazón” opuestos al continuismo y la reelección, más todo lo que está significando para el futuro del orden constitucional del país. En todo caso, su posición es meramente oficial, no sentida como un deber patriótico individual, y eso permite –como ya lo ha permitido— la evasión de responsabilidades y la fuga del compromiso de actuar como verdaderos opositores.

Si bien tienen a sus portavoces de bancadas, el resto de diputados no tiene derecho al silencio. Los dueños de los 48 votos deben salir de las listas oficiales, por demás dudosas, y hacerse presente ante el pueblo trabajando contra la reelección. A los diputados les sobran recursos y tiempo para hacer algo más concreto y decisivo frente a la ofensiva orteguista contra las leyes.

Parte de ese “algo” debería ser reunir y movilizar a los ciudadanos en las regiones que supuestamente representan; explicarles en qué consiste la peligrosidad de las medidas al margen de la Constitución. Sus correligionarios verían, por primera vez, quizás, que tienen representantes en las Asamblea Nacional, y para eso no requieren del padrinazgo de las cúpulas de sus partidos, sino actuar, incluso, como un solo grupo parlamentario. Cualquiera sea su partido, su ideología o su proyecto político, si esos 48 diputados tienen la misma visión sobre la peligrosidad de la ofensiva orteguista, es suficiente razón para actuar unánimemente, no sólo para “pensar”, en contra de la reeelección.

Y no piensen que se les están dando “consejos”, sino exigiendo el cumplimiento de sus deberes para con el pueblo que supuestamente los eligió y, lo que es más importante, el pueblo que trabaja para mantener sus ingresos económicos y sus privilegios. El pueblo tampoco está exento de la responsabilidad de llamar la atención a los diputados, si es que quiere ser bien representado. Hacerlos pasar de la representación formal a la representación real. Si no se comienza siquiera con eso, no podría aspirarse a contar con una Asamblea Nacional representativa de la voluntad popular.

El ejercicio de la democracia no es una declaración política, sino una práctica cotidiana de los ciudadanos, mucho más cuando --como ahora-- tratan de imponer una falsificación de la democracia y, peor aún, hasta de imponer una revolución falsificada. Con la indiferencia, la pasividad y la espera de que desde el exterior venga el esfuerzo por los cambios políticos y sociales, no se hace honor a la trayectoria del pueblo nicaragüense. Tampoco debe olvidarse que las falsificaciones no se detienen dentro de las fronteras nacionales, y que la pasividad permite a los falsificadores presentarse en el exterior como depositarios de la voluntad popular.

miércoles, 12 de mayo de 2010


Víctor Tirado López, ex comandante de la revolución
“Todos los métodos de Ortega son del somocismo”

•Fue uno de los nueve comandantes que dirigieron la revolución de 1979 en Nicaragua, aunque ahora está en la acera opuesta de su ex compañero Daniel Ortega. Tirado afirma que falta hacer el cambio profundo que no hizo el FSLN en los años ochenta. “El cambio profundo es sencillo: Estado de Derecho, independencia de poderes, respeto a las normas constitucionales”, explica
Por: Gloria Picón Duarte



Víctor Tirado López.LA PRENSA/ARCHIVO
El comandante Víctor Tirado López, miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en la década de 1980 y ahora parte del Movimiento contra la Reelección y el Fraude (MCRF), exhorta a la población a unirse, aunque sea desde la clandestinidad, para luchar contra el régimen de Daniel Ortega.



Tirado afirma que algunas personas aún tienen miedo de oponerse de forma abierta a Ortega, porque trabajan en el Estado o tienen intereses económicos y pueden ser afectados a través de variados instrumentos que usa el orteguismo para reprimir.



Sin embargo, llegará el momento en que “nadie va a estar de acuerdo con lo que está haciendo el actual Gobierno”, porque “está sustituyendo artículos de la Constitución arbitrariamente, está dictando decretos arbitrariamente”, advierte Tirado en esta entrevista con LA PRENSA.



¿Qué expectativas tienen de que personas ligadas al Gobierno se sumen al Movimiento contra la Reelección y el Fraude?



Nosotros creamos el movimiento porque (los orteguistas) han violado todos los sistemas constitucionales que ellos mismos crearon. Lo que le va a dar fuerza al movimiento es la gente que se sume. No serán los intelectuales nada más, la fuerza nuestra está en los departamentos, aquí hay muchos sandinistas que están fuera del Frente Sandinista y son los primeros que se van a incorporar al movimiento.



¿Cree que sean muchos los que están dentro del Frente Sandinista que se sientan avergonzados del gobierno de Daniel Ortega?



Claro que sí, el problema de un partido político que se transforma en un dogma es que no se puede criticar una política, porque te aplastan y te hacen a un lado. La gente no puede moverse, no tanto por perder un empleo, sino porque tienen temor a otras cosas.



¿Qué opina usted del bono que el Presidente ofreció a los trabajadores, en vez de un aumento salarial? ¿Por qué lo hizo ahora?



Lo que pasa es que el Gobierno actual es incapaz de dar una respuesta a los problemas sociales, entonces sale un bono que se lo da el Alba (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América) y él se los regala a los trabajadores para quedar bien, posiblemente pensando en las próximas elecciones, pero eso no es así, porque yo puedo agarrar el bono y luego no votar por él. Cuando hablamos de la no reelección y de las violaciones a la Constitución, la gente lo entiende. Todo el mecanismo del bono es un enredo y un caos, nadie define qué es realmente el bono. La Asamblea Nacional debería obligarlo a meterlo en el presupuesto, pero como ellos son inservibles, no sirven para nada, no sirven para legislar, no hacen nada, son el hazmerreír de la población.



¿Cómo podemos llamar a lo que tenemos en el país?



Un Estado inservible, hay que agarrarlo y echarlo a la basura y crear un nuevo Estado, como el que se creó en 1979 y luego se borró. Hay que crear Estado de Derecho, una buena Corte Suprema de Justicia.



Henry Ruiz dijo hace días que las armas de ahora son las leyes. Pero si usted me dice que tenemos unos legisladores que no sirven para nada, ¿qué hacer?



Obligarlos a que cumplan, a través de un movimiento social, obligarlos a decir el (artículo constitucional) 147 existe, por tanto la no reelección va. Es un movimiento social lo que hay que escenificar en el país, yo creo que el Movimiento contra la Reelección y el Fraude posiblemente pueda hacer algo por esas violaciones a la Constitución, porque el país ya no aguanta mucho, no sólo nacionalmente sino internacionalmente.



Hablando del ámbito internacional, ¿qué opinión le merece el abucheo del que fue objeto Ortega en Costa Rica, durante la toma de posesión de Laura Chinchilla?



(Sonríe) Pues, no fueron los nicas, fueron los ticos.



¿A qué cree que se debió ese abucheo?



Simplemente porque tiene mala reputación, no es un hombre que atrae en Centroamérica.



Ortega se ha querido perfilar como líder.



Con la política que tiene, las alianzas que tiene y una serie de estrategias, no es posible, porque lo primero es Centroamérica, independientemente de (Hugo) Chávez, (Rafael) Correa, (Evo) Morales.



¿Qué opina de los ataques de Ortega a la Unión Europea, cuando estamos en negociación?



Él no conoce la historia, habla de la historia de hace 500 años, quiere revivir la historia, estamos viviendo otra época, independientemente de quién nos invadió, lo que hay que hacer es ver nuestra propia fuerza como centroamericanos. Venezuela no va a hacer la unidad de Sudamérica, ni va a llegar el socialismo del siglo XXI, eso es mentira. Si no, pregúntenle a Correa, él está haciendo no socialismo del siglo XXI, sino que tiene un sistema económico que cubre las necesidades de la población; tiene programas, es cierto, pero los está haciendo a un lado y está discutiendo con todos los sectores y personalidades.



¿Qué sería de Ortega sin Chávez?



Si Daniel se hubiera ido por otro lado, no voy a decir qué lado, lo hubieran apoyado, pero como se fue con Chávez ya no lo apoyan. Sin Chávez hubiéramos salido adelante, porque cuando uno se casa con una estrategia que no tiene proyección, es lógico que va a tener errores económicos, políticos y sociales, porque Nicaragua está atenida a Chávez, pero va a haber un momento en que Chávez se va a arrepentir y se hará a un lado.



¿Qué opina de politizar la educación?



Un desorden, un desastre, la educación no es política. Como dice la UNESCO, preparen a los niños para que sean economistas, técnicos, ingenieros, etc. Yo me imagino a Daniel Ortega héroe, Tomás Borge héroe… Está bien que le reconozcan, pero la educación no es eso. En este momento, que estamos viviendo el mundo de la globalización, no estamos preparados para eso, estamos en pañales. Con mucha más razón hay que cambiar a este Gobierno, es ahí donde está el caos; Ortega no sabe ni para dónde va, no tiene idea de lo que es un gobierno, qué es un Estado y qué significa gobernar.



¿Qué perspectivas le ve a la oposición?



No creo en ellos. Hay una oposición débil que no sabe qué hacer, hay que enfrentarse a la Asamblea Nacional porque no sabe encarar al Poder Ejecutivo. Creo que es parte del sistema de la corrupción, porque si uno de ellos habla, inmediatamente lo van a señalar de cómo se enriqueció. Por eso no se atreven a encararse. La salida está en un movimiento social. En Bolivia he visto manifestaciones, pero son movimientos que tienen tiempo y se mantienen.



¿Cree que todavía queda algo de los valores del viejo Frente Sandinista dentro del Gobierno?



Ya no, ya ni hablan de eso. Daniel se pone a la par de Sandino, de Rubén Darío. Sacaron a Fonseca, vergüenza le debería dar. El hombre clave es Daniel Ortega, un hombre inepto, atrasado.



¿Cómo se siente al ver a uno de los hombres que tuvo poca participación en la guerrilla adueñado ahora del partido?



No me siento bien, porque ésa no era la idea al derrocar a (Anastasio) Somoza. La idea era crear un nuevo sistema, un Estado de derecho, pero no se terminó con el somocismo. Pensé que íbamos a destruir al somocismo, pero Daniel Ortega lo hace suyo, todos los métodos son del somocismo.



Hay quienes dicen que es peor que Somoza.



Sí, porque Somoza respetaba a veces el Estado de Derecho, aquí no se respeta. Lo que se hace en la Corte Suprema de Justicia es inacabable y la Asamblea tiene la culpa, porque debería discutir con Daniel cómo resolver lo de los magistrados que se les termina su período, pero Daniel no habla. Aquí necesitamos un cambio profundo. Estamos como en 1979, 1978, el cambio profundo no se hizo, no se ha hecho. El cambio profundo es sencillo: Estado de Derecho, independencia de poderes, respeto a las normas constitucionales.



¿Qué llamado haría a la población?



Yo le diría a la población que se acerque al movimiento (Contra la Reelección y el Fraude), pero sin temor. Hay unos que tienen miedo, que son clandestinos al principio y lo aceptamos, pero que apoyen por debajo. En el 78, 79 la gente tenía miedo y se incorporó clandestinamente.



¿Tendrán que volver a la clandestinidad?



Usted lo ha dicho, tendremos que ser clandestinos otra vez.

martes, 11 de mayo de 2010


“Revolución”, o empresa política-comercial

Onofre Guevara López

Para el orteguismo es empresa política-comercial, ¡y de qué forma productiva! Su proveedora, la Alternativa Bolivariana para las Américas. El Alba, financia su proyecto político –y la reelección de Daniel Ortega, en primer término. Como se sabe, los recursos petroleros venezolanos le ha levantado al orteguismo un imperio económico al margen del Estado, pero disfrazado de cooperación de país a país –así lo confirmó el propio presidente Hugo Chávez, sin que eso se refleje en la realidad.

El poder económico personalizado en Daniel y su familia, paralelo al del Estado, le permite controlar y utilizar a la vez al Estado para acrecentar su capital privado. Es un círculo vicioso. Pero el Alba es algo más que la fuente de ingresos del orteguismo; también le la utiliza como su paraguas político.

Mientras por una parte el orteguismo succiona recursos en dólares a través del petróleo y recibe solidaridad efectiva con las misiones médicas cubanas y venezolanas, por la otra se refugia bajo el paraguas del organismo multilateral. Y lo hace paradójicamente: no le utiliza para protegerse de los ataques críticos y las campañas ideológicas del aparato propagandístico de los Estados Unidos y sus aliados, sino para recibir el baño imperial junto a Cuba, Venezuela y demás miembros del Alba y así ganarse una imagen de país “revolucionario” atacado por el imperialismo.

No hay duda de que a los Estados Unidos no le gusta el proyecto de cooperación económica alternativa que representa el Alba para sus países miembros, que le da impulso al rescate de sus recursos naturales y a su independencia económica y comercial respecto al condicionante mercado norteamericano. Y he aquí, la otra paradoja: los ataques deformantes y calumniosos contra el Alba no se los hace Estados Unidos por su carácter de competidor o como fenómeno económico y político opuesto a sus intereses, sino como una amenaza terrorista contra la “democracia”.

No vamos a hablar sobre todo cuanto se dice en contra de los gobiernos autoritarios de los países miembros del Alba y de su intolerancia hacia las actividades políticas independientes y la libertad de prensa, más los afanes de perpetuarse en el poder de sus líderes, porque en Nicaragua somos testigos y víctimas de todo eso. Pero es claro que –además de adulterar— la propaganda gringa homogeniza adrede cuando hablan de la situación de Cuba con la de Ecuador, la de Bolivia con la de Venezuela y la de Nicaragua con la todos ellos.

Sin embargo, por mucha afinidad que haya entre estos gobiernos, el carácter parasitario del gobierno de Daniel Ortega y su oportunismo político de presentarse como “revolucionario” –teniendo una política interna reaccionaria—, no lo tienen todos. Cada uno de ellos actúa en condiciones diferentes, propias de sus países, y no todos tienen total afinidad con el método de gobernar Daniel Ortega, pues no utilizan los recursos como si fueran personales, ni cuentan con el mismo nivel de rechazo popular, mucho menos que tengan igual tipo de partido “turbero” como lo es aquí el partido de las cuatro siglas secuestradas.

La uniformidad informática que aplican a todos los gobiernos miembros del Alba desde los centros de propaganda imperial, es aprovechada por el orteguismo. Entre más ataques llueven sobre los países del Alba, más le interesa al gobierno de Ortega recibir el mismo “baño”, porque eso le da legitimidad “revolucionaria” a los ojos de los pueblos latinoamericanos.

Para ayudarse, el orteguismo lo falsifica todo. Un ejemplo. En el programa “Mesa redonda” de Cubavisión Internacional –lunes 3/5/10— un profesor orteguista de la Unán-Managua, Freddy Franco, se presentó como delegado de la “clase obrera” nicaragüense y del FNT. Igual lo hizo en los encuentros que tuvieron las delegaciones sindicales de todo el mundo que asistieron al acto del Primero de Mayo en Cuba.

Como tenía que ser, Franco se deshizo en elogios al proceso “revolucionario” de Daniel Ortega. Y sin faltarle la pose de líder “sindical revolucionario” –aunque aquí sólo se le recuerda por haber participado en el acto lapidario contra los estudiantes de la UCA—, Franco se encargó de los elogios para su fuente de recursos, el Alba, al mismo tiempo que se amparó en su paraguas para defender a la “revolución sandinista” de las agresiones de la derecha y del imperialismo.

Dos mandados por la misma vía. En el primero, transmitió los “avances” sociales y económicos de Nicaragua, gracias a la solidaridad venezolana, pero nada sobre los enriquecimientos personales derivados del manejo privado de esa cooperación y mucho menos del carácter discrecional que tiene en manos de Daniel Ortega. En el segundo, el asunto político, el fraude electoral del 2008 nunca existió, sino como “campaña mediática” del imperialismo y la derecha interna para “desprestigiar” la victoria de la “revolución”, tan limpia y arrolladora como lo fue la elección presidencial del 2006, pese a que Daniel apenas ganó con el 38% de los votos.

Nada de lo dicho por Franco en su comparecencia televisiva es desconocido en Nicaragua. Tampoco él estaba transmitiendo su versión para los nicaragüenses. En primer lugar, habló para los televidentes cubanos y justificar la ayuda médica que Cuba le presta a nuestro país, y después para el resto de los latinoamericanos. Para el orteguismo, son importantes como creyentes en una revolución que no existe para que mantengan su solidaridad, al mismo tiempo que le interesa seguir cobijado bajo el mismo paraguas frente a la agresión extranjera.

De esta forma, toda alusión que en el exterior se haga sobre la coincidencia del orteguismo con el Fondo Monetario Internacional y el manejo privado de la colaboración con el pretexto de combatir “la pobreza” –expresada por el presidente del Banco Central, Antenor Rosales—, afuera será interpretada como parte de la “campaña mediática” de los medios imperialistas y sus agentes internos de la derecha. Pero estamos seguros de que los representantes de los gobiernos del Alba en nuestro país, no ignoran nada de nuestra realidad.

Pero también sabemos que en esos representantes no pesa nada la cuestión ética de los personeros de este gobierno, ante su papel de aliado político en el frente continental contra la injerencia de los Estados Unidos y su política contraria a los gobiernos integrantes del Alba. Y en la valoración entre las políticas demagógicas, aventureras y corruptas del gobierno de Daniel Ortega, y la necesidad de fortalecer la lucha continental frente a la injerencia tradicional de los Estados Unidos –ahora a través del gobierno colombiano—, ningún gobierno del Alba dejaría de decidirse a favor de Ortega.

Es mejor estar conscientes de eso, antes que pasar como ingenuos. La izquierda no orteguista de nuestro país, no puede tener la misma posición consentidora de los gobiernos del Alba. A nuestra izquierda no le debe fallar su sentido de la solidaridad con los pueblos, pero con los ojos abiertos para criticar justamente las desviaciones de quienes cogen con la izquierda, mientras en otros aspectos “batean” con la derecha.

Crece el movimiento contra la reelección en Nicaragua: "las armas ahora son las leyes"

Henry Ruiz, ex miembro de la dirección del FSLN conocido como el "Comandante Modesto", toda una leyenda en el Frente Sandinista, explica con su experiencia algunas de las razones que lo llevan a luchar ahora contra su ex compañero de armas y poder: Daniel Ortega y afirma que "las armas de ahora son las leyes".


(ENTREVISTA PUBLICADA POR EL DIARIO LA PRENSA de Nicaragua) Por: Fabián Medina
Foto de La Prensa/Uriel Molina

El poco visible Henry Ruiz, apareció recientemente entre las figuras principales de un movimiento cuya principal función es luchar contra la reelección de Daniel Ortega. "Si Daniel Ortega logra establecer la reelección no habrá fuerza que impida su elección. Se la robará. Ha hecho tanto esfuerzo. Usted incluso va a ver el voto masivo en su contra y se asustará de los resultados. Nos hemos agrupado como individuos, ya andamos buscando cómo hacemos", advirtió.

Y aseguró que el movimiento no es un partido político y que la "no reelección de Daniel Ortega" es su bandera porque "por razones de legalidad, razones de ciudadanía. Usted señor, tiene que respetar la ley".

La casa de Henry Ruiz, en el residencial Los Robles de Managua, es una derruida construcción que sin duda tuvo sus "buenos tiempos". Más que jardín, maleza, y luce tan desprovista de muebles que da la sensación de estar en mudanza o en proceso de demolición, por los obreros que golpetean una parte del techo que parece haber sucumbido a las últimas lluvias.

El famoso "Comandante Modesto" aclara de entrada: "Yo efectivamente soy un hombre viejo, pero no nostálgico. No siento ninguna nostalgia por un pasado que se fue y yo viva rumiando. No creo en eso. Nosotros luchamos contra la dictadura. Hubo quienes lo hicimos de forma entera, con convicciones, tratando que la dictadura terminara y comenzara una nueva época".

En el desolado corredor, tres retratos observan: uno de Fidel Castro, otro de Sandino y uno de Herty Lewites. "Si este pelón hubiera vivido hasta el final, otra cosa sería", afirmó.

Ruiz, ingresó al Frente Sandinista en el año 1968, cuando se encontraba estudiando en Moscú como miembro del Partido Socialista de Nicaragua. Fue uno de los nueve comandantes que gobernaron Nicaragua en la década de los ochenta, y cabeza de una de las tres tendencias del Frente Sandinista: La GPP o Guerra Popular Prolongada.

Ruiz recorre a salto de mata algunos episodios de la vida del Frente Sandinista y su propia experiencia para explicar algunos de los problemas que afligen hoy a los nicaragüenses. También relata la curiosa anécdota de cuando la Dirección Nacional votó para elegir al jefe del Ejército entre él y Humberto Ortega. Según su relato, la nobleza lo obligó a votar por su contrincante, pero no recibió el mismo trato de Ortega quien votó por él mismo y Ruiz perdió 4 a 5.

Su tesis fue acumular fuerzas en la montaña para luego botar el poder.
Fijate que no fue una tesis mía. No es cierto. Había dos cosas que estaban por despejarse, Carlos (Fonseca) mismo estudiando la historia de Nicaragua y otras experiencias revolucionarias, llegaba a la conclusión, primero de que había que acumular fuerzas. No era el foco guerrillero del Ché Guevara. Yo nunca creí en el foco guerrillero, con todo mi respeto para el comandante Guevara, pero nunca creí en sus tesis de que un grupito se va a levantar y se va a irradiar la lucha. Y dos, que era necesario foguear a los militantes para dotarlos de una conciencia capaz de resistir la lucha, la tortura.

Y se convirtiera ese joven, ese militante, en una especie de ejemplo para afiliar, reclutar, propagar la idea. Había ese concepto de guerra prolongada o guerra del pueblo... Así nos adjetivaron a nosotros como GPP, pero eso lo llevábamos todos... Acumulación de fuerzas, guerra prolongada. Guerra prolongada era tanto tiempo como el necesario para tumbar la dictadura. Colocarse en el cortoplacismo era morirse, pero colocarse en siglos tampoco nos servía.

¿En qué momento conoce a los hermanos Ortega?
A Humberto, en La Habana, en el 68. A Daniel lo conocí muchos años después, en Panamá, después que lo liberó el comando que dirigió Eduardo Contreras.

Pero la historia lo que recoge es que el Frente Sandinista entra en contradicciones, se divide, usted encabeza un grupo que planteaba la guerra prolongada, pero al final se impone la tesis de los hermanos Ortega que planteaba la insurrección.
También, la insurrección no es una tesis de ellos. Repito, esto era una parte integral. ¿Cómo hacer? La idea era avanzar con una guerrilla e insurreccionar al pueblo. Ésa era una idea de todo el Frente Sandinista.

¿Cómo explica entonces que luego del 19 de julio, y a pesar de la unidad, la tendencia tercerista o insurreccional, es la que concentra las mayores cuotas de poder?
Hay un acumulado de fuerzas que cambia la calidad: más combatientes de los "terces", más relaciones internacionales que las otras dos tendencias. Incluso, cuando íbamos a dar los grados de comandantes guerrilleros nos pusimos de acuerdo para que todo fuera en partes iguales y no quedara el uno más bajo que el otro y eso se notara, pero el hecho real, la vida en combate, nos decía que los "terces" tenían más que los GPP y más que los Proletarios.

Dice Sergio Ramírez en su memoria que usted iba a ser el jefe del Ejército, en un primer momento.
Sergio cuenta eso. Yo sólo tengo un hecho, el hecho es que hubo una votación y vamos a elegir al jefe del Ejército y yo no voto por mí mismo... Yo voté a favor de él (Humberto Ortega). Lo que yo no sabía es que había habido una enorme preocupación en las filas terceristas porque la tendencia era nombrarme a mí jefe del Ejército. De eso me estoy dando cuenta yo hasta ahora.

Para que me quede claro, ¿en esa votación quedó cuatro a cinco? Humberto Ortega logra los cinco votos con su voto y un autovoto?
Sí, sí. Claro.

¿Cómo llega Daniel Ortega a ser el coordinador de la Junta de Gobierno?
Eso que Daniel Ortega se incorpora a la Junta de Gobierno no es tan fácil. Había contradicciones internas entre los propios "terces", no querían comprometerse, a veces había momentos de temor, de desenlace, hasta que deciden meter a Daniel a la Junta de Gobierno, porque acuérdese que primero fueron el grupo Los Doce.

Ése es el grupo más fuerte, ése es la proa del barco de guerra. La Junta se forma en la medida que se va descalabrando el régimen. Lo empujaron a Daniel. A nosotros también nos piden quién puede ser. Bayardo propone a Moisés Hassan. Yo digo: ¡Correcto! Así se fue armando. El programa de gobierno se fue haciendo en el camino, en la medida que la guerra nos va diciendo ¡apúrense! que está apareciendo un escenario político nuevo.

Yo ni siquiera pensaba que iba a pasar a ser miembro del Gobierno. Yo sólo decía: ¿Y ahora qué vamos a hacer? Cómo vamos a hacer con la comida, el trabajo ... Entonces los compañeros dijeron: el único que anda hablando de economía es Modesto, entonces en una reunión me dijeron que me estaban proponiendo como ministro de Planificación. ¿Aceptás? Yo era un soldado.

¿Qué preparación tenía para el cargo?
Yo no soy economista ni nada ... a comenzar a estudiar. Tenía una base, pero era muy floja, que eran algunos conocimientos de matemáticas.

¿No sintió que la camisa le podía quedar grande?
No, porque nunca hice cosas mías, propias. Yo siempre trato de hacer las cosas con otros. Tengo muchas individualidades, pero todas las tareas grandes no me las imagino yo. Aparecieron los doctores en Economía a apoyar y eso sí tuve la habilidad. ¿A ver cómo es esto? Y a estudiar. Nunca me dejé guiar por "estas cosas son como yo digo".

¿Usted se siente responsable de los errores que se cometieron en esa época?
De la totalidad del proceso. También de los aciertos. No únicamente los errores. Yo creo que eso de la Salud, la Educación no fueron errores. Fue necesario. Ahora se ve más claro que nunca.

¿Y el servicio militar?
Nosotros estábamos entrampados. Había dos ideas. Una causa no se defiende con soldados de levita, se defiende con incorporación de voluntarios. La otra es que nosotros ya habíamos entrado en una fase de agotamiento de lo que era la cantera de jóvenes, porque la guerra no es para los viejos. Si yo le comienzo a hablar a unos jóvenes de que la salida es la guerra, yo estoy siendo un viejo irresponsable, porque yo no voy a ir. Si voy me van a poner en un nicho para que no me pase nada, más bien voy a ser una carga. La guerra la hacen los jóvenes.

Nosotros necesitábamos de 20 mil a 22 mil soldados nuevos cada cierto período, que a veces era cada seis meses. Ya esa cantera de voluntarios estaba fallando. No se completaba. Entonces quedó la del servicio obligatorio. Se le puso patriótico pero era Servicio Militar obligatorio. La guerra se comenzó a poner fea. Fue hasta la operación Danto 2 que la Contra acepta que ha sido militarmente derrotada. Ahí es donde entra la negociación política.

Pero hay dos elementos que usted ha mencionado y que aparentemente provocaron un gran resentimiento que emergió en la derrota electoral: la llevada a la fuerza de los jóvenes a la guerra y las confiscaciones.
Correcto. Pero hay dos cosas que me dicen a mí que no fue eso lo conclusivo. Cuando se hace la negociación, Esquipulas, que se dice que vamos a elecciones y que se adelanta el período, nosotros tenemos un piso electoral como de 20 ó 22 por ciento. Cuando veo la información, no creo. No creo que estemos tan "charquito" cuando habíamos estado tan altos. La conclusión era que se tenía que hacer una campaña fuerte, activa, y a utilizar al Estado, al Gobierno como una herramienta proselitista. Lo mismo que se está haciendo ahora. Una vieja maña. Gallina que come huevo ni que le quemen el pico (ríe) ...

Comenzaron a dar beneficios, y el piso de 20-22 comenzó a subir a noviembre como en 54 a nuestro favor. No nos estábamos engañando. Se le decía a Daniel, colocate como estadista, como el gobernante, no te pongás como FSLN. Él no hacía caso, todos los días era el gallo ennavajado... Se da la invasión a Panamá y al siguiente mes medimos que hemos perdido como 14 puntos. Todo el que simpatizaba con nosotros esperaba que iba a haber una resistencia patriótica de los panameños ante las tropas gringas ... ¡Si fue un paseíto que se dieron por ahí! (ríe). Y nosotros caímos en la provocación. Un hecho fue haberle colocado los tanques a la Embajada gringa. ¡Ahí se cayó! Y fuimos a las elecciones con los resultados que hubo y nosotros reconocimos sin chistar el resultado.

¿Hubo discusiones de si se aceptaba o no?
Sí, pero no fueron las importantes... Quedamos estupefactos porque estábamos seguros de que íbamos a ganar. Bayardo Arce era el encargado, y la primera propuesta que llevó era que íbamos a ganar como con el 75 por ciento.

¿Hubo quién planteara que no se reconocieran esas elecciones?
No, nadie. Nadie. Yo recuerdo muy bien, hay un momento en que estamos todos, se había programado que se iba a hacer una fiesta, cuando me llamaron de emergencia como a las nueve de la noche. Nos ganaron, pensé. Estas emergencias donde ya debíamos estar en fiesta.

Efectivamente llegamos, los compañeros están preocupados. Recuerdo que pregunté: ¿Vamos ganando o estamos empatados? Estamos jodidos, dice Daniel. Como a eso de las 10:00 u 11:00 de la noche Daniel dice: Bueno, dejemos de estar viendo si va a mejorar o no la tendencia, preguntémonos mejor qué pasa, pues si perdemos.

Luis Carrión levanta la mano primero, si perdemos entregamos el poder. Yo de segundo, entreguemos el poder. No es cierto que hubo quien se opusiera. Después es que comienzan a inventarse cosas.

A partir de ese momento es que se produce lo que se conoció como "la piñata". ¿Usted cómo vivió ese fenómeno?
Ahí hay un hecho que juega y no aparece claro. Que los títulos de reforma agraria no se habían dado. Esa precariedad de la propiedad es la que empuja a concebir ¿y ahora qué hacemos con todo esto? Después aparece el siguiente asunto: ¿y el partido? Las propiedades, las casas donde está el partido... ¿Y los compañeros que vivimos en casa cómo vamos a hacer? Todas estas cosas se sumaron y no tuvieron el mejor procedimiento. Yo, por ejemplo, sostuve siempre, primero que se legalicen las casas.

¿Esta misma era la casa que tenía?
Yo he estado aquí siempre, y esta casa no era mía. Si yo con lo que andaba era con una mochila. Nunca he tenido casa propia ni he tenido una radio siquiera. Yo decía, si hay una idea de justicia, de igualdad, si aquí he vivido yo, que me legalicen esta casa. Yo no tengo plata con qué pagarla. Yo lo que no sabía era que había compañeros que tenían dos, tres, cuatro y cinco casas. Y ahora parece que había compañeros que tenían casa y hacienda. Ahí está el germen de todo esto. Y después: merienda de negro... Y eso sí es una falla, por más que quieran justificarlo.

Esa operación de legalizar varias casas para un mismo compañero, a nombre de sus hijos, tíos y no sé cuánto, no vengan a decir que es igual a legalizar esas tierras que se le entregaron a las cooperativas.

¿Esta casa es suya ahora?
Esta casa es mía. Después que ya salieron las leyes, un grupo de amigos se agruparon, encontraron los fondos, compraron bonos, y con esos bonos, que eran los bonos de indemnización, compré esta casa.

Después del 90 se le vio poco protagonismo a usted.
Yo fui uno de los más activos del Frente. Lo que pasa es que yo he sido poco de publicidad. No busco la tribuna. Yo fui así hasta el 96, que ya decidí no continuar.

¿De qué vive actualmente el comandante Henry Ruiz?
Yo hago algunos trabajos de consultoría.

¿Tiene salario fijo?
No. Tengo altibajos. Trato de vivir de acuerdo a mis posibilidades.

Hay otros colegas suyos, que igual llegaron al Gobierno con sólo una mochila a la espalda, y ahora se cuentan entre los principales capitales de Nicaragua.
Yo creo que esta idea de revolución, revolucionario, tiene un esquema ético. Si usted manda al carajo ese esquema ético y dice ser revolucionario, usted simplemente es un hocicón. Y siento mucho que mis compañeros... ex compañeros... Nos podemos saludar, yo no tengo problema con eso, pero que no se sigan llamando revolucionarios. El proceso de acumulación de capital como lo están haciendo, define a un capitalista.

Pero podrían decir que con el capital que ellos se procuraron, pueden hacer más por la gente que usted que no tiene nada.
Podrían hacer eso, pero sería para justificar su conducta. Por ejemplo, un narcotraficante podría decir que le ayuda más a la sociedad que un maestro de escuela.

¿Queda algo de la revolución por la que usted peleó?
Sí, queda algo. Si la idea de la lucha armada resolvió el problema de la dictadura somocista y abrió un espacio para que la sociedad tuviese otras oportunidades, la democracia, el derecho, para mí la ley se convierte en la herramienta principal. Ya no el arma, el tiro, ya no, eso no, si no no es superado.

La ley se convierte en principal, peleé porque sea la herramienta con que nos tasan a todos. Por eso es que yo no entiendo la excesiva ambición de Daniel Ortega que se sigue diciendo que es revolucionario y quiere pasar encima de las leyes. Cuando él va a las elecciones del 2006, él sabe que es su última vez.

¿O es que no sabía que existía ese artículo que le decía: si ganas se acabó tu juego, si no ganás, podés seguir siendo el candidato eterno? El sandinismo sería mejor si se sometiera a la ley, si los magistrados fueran los mejores magistrados porque administran bien la ley.

¿Usted ve algo de revolucionario en este Gobierno?
No, nada. Todo lo que yo veo es populismo.

¿Ve una dictadura en formación actualmente, como dicen algunos?
Sí. La expresión es el abuso, la conducta abusiva. Se hacen las cosas como yo digo. ¿Hace falta una ley? ¡Hágala! Ésta es su primera etapa. Después va a haber otra.

¿Establecería usted alguna comparación entre el culto que recibían los comandantes en la década de los ochenta y el culto a la personalidad que se le hace ahora a Daniel Ortega?
En el Gobierno ( de los ochenta) los que más salían era Daniel y otros compañeros. La lucha de Daniel es lucha del poder. Se llegaron a establecer normas con los medios de comunicación. Con Tomás (Borge) era una riña permanente que ver quién salía más... Este caso del culto a la personalidad de Daniel va emparejado con su ambición de poder. ¡Donde esté un dictador de este tamaño, ahí tiene (el culto a la personalidad)! Para mí son deformaciones de poder.

¿Cómo se lleva con sus antiguos compañeros de armas y poder?
Yo no tengo mayor comunicación, salvo con Victor (Tirado) y Luis (Carrión). Con Bayardo (Arce) no, a pesar que éramos vecinos... No tengo pleitos.

Edén Pastora contaba hace poco que usted lo dejó con la mano extendida cuando él lo quiso saludar en un funeral.
Es que uno tiene también que proteger su decencia propia, concluyó Ruiz..

lunes, 10 de mayo de 2010


El recién conformado Movimiento Contra la Reelección y el Fraude (MCRF) va ganando adeptos, pues dentro de esas filas ya habría trabajadores del Estado, incluso sandinistas, que domina el presidente Daniel Ortega.



Onofre Guevara, presidente del Movimiento, afirmó que se han acercado personas que están dentro de las estructuras estatales, quienes estarían decepcionados con Ortega.



PROTEGEN IDENTIDADES
El manifiesto
El Movimiento contra la Reelección y el Fraude (MCRF) publicó un manifiesto en el que sostiene que si el presidente Daniel Ortega es reelecto, significaría la “demolición” de la institucionalidad.
“Ortega ejerció su derecho de ser candidato perpetuo a la Presidencia por su partido (FSLN), pero tal decisión fue responsabilidad de las autoridades del partido orteguista y no obliga al pueblo nicaragüense. Su nueva intentona de ser reelecto expone a las instituciones del Estado a ser demolidas”, señala el manifiesto del MCRF, publicado el 29 de abril pasado.

El presidente Ortega está doblemente inhibido de ser candidato presidencial, pero magistrados judiciales emitieron una “sentencia” en la que reformaron de hecho la Constitución. La oposición calificó como ilegal “la sentencia”.

Guevara señaló que por el momento no pueden citar nombres de esas personas por razones de seguridad y porque corren el riesgo de ser retirados de sus cargos.



“Hay personas dentro del Frente (Sandinista de Liberación Nacional, FSLN), incluso de la militancia histórica, que tienen divergencias o no están totalmente convencidos de las razones de Ortega para querer perennizarse en el poder”, dijo Guevara.



El lanzamiento oficial del Movimiento contra la Reelección y el Fraude ocurrió el pasado 29 de abril.



Guevara, veterano periodista nicaragüense, afirmó que como Movimiento tienen programados encuentros en diferentes departamentos del país. El primero será en Ocotal, el próximo 14 de mayo. Después le seguirán Granada y Estelí.



Los comandantes de la revolución Henry Ruiz, Víctor Tirado, el general en retiro Hugo Torres y los diputados Víctor Hugo Tinoco y Mónica Baltodano, también pertenecen al MCRF.



Otras personalidades que se han acercado al Movimiento son los escritores Gioconda Belli y Luis Rocha, según Guevara.



Se trata de “sectores intelectuales que están dispuestos a cooperar desde sus propios medios con este Movimiento”, explicó Guevara.



El presidente del Movimiento aclaró que luchan contra el fraude en las elecciones municipales del 2008, pero también en contra del que nació cuando Daniel Ortega violó la Constitución Política del país al postularse a una nueva candidatura, y cuando propuso la reelección de los magistrados del Consejo Supremo Electoral (CSE).



Por su parte, Ruiz aseguró que el Movimiento ha tenido reacciones positivas y también confirmó que se les han acercado personas individuales ligadas al sandinismo amplio, quienes están decepcionadas del actuar de Ortega y quienes en algún momento aparecerán en público.



En cuanto a declaraciones que el ex presidente Arnoldo Alemán hiciera hace unos días, de mantenerse firme a los acuerdos de Metrocentro II que obligan a no reelegir a ningún magistrado del CSE, Guevara dijo que ojalá y esos personajes políticos se mantengan fiel a su palabra.



“Ojalá y a última hora no se les ocurra salir con un pretexto para hacer las concesiones que (Ortega) les exige”, manifestó.

LA PRENSA 10 de Mayo,2010
MOVIMIENTO CONTRA LA REELECCION
Y EL FRAUDE

1) El Movimiento tiene el objetivo central de oponerse a la reelección de Daniel Ortega Saavedra y al continuismo de su camarilla.

2) El Movimiento luchará por el respeto a la Constitución Política y el orden institucional en su conjunto; por un nuevo CSE, sin la estructura del actual que está diseñada para practicar el fraude, que sea transparente y respete la voluntad popular.

3) Daniel Ortega, por su investidura es el primer ciudadano de Nicaragua, por lo tanto, no puede desconocer la ley de la República, es decir, la Constitución. Ningún ciudadano puede alegar el desconocimiento de la ley, menos el presidente de la república.
Daniel Ortega ha conocido y conoce el contenido y trascendencia del artículo constitucional 147, que en una de sus partes dice: “No podrá ser candidato a presidente o vicepresidente de la República:
a) El que ejerciere o hubiere ejercido en propiedad la Presidencia de la República en cualquier tiempo del período en que se efectúa la elección para el período siguiente, ni el que la hubiese ejercido por dos períodos presidenciales;”
b) El interés de Ortega de adaptar la Constitución a sus ambiciones reeleccionistas es abusivo, inmoral y criminal, pues desnuda su acción de aspirante presidencial perpetuo; él conoce que aspirar a la presidencia por segunda vez, es una violación flagrante de nuestra máxima ley.
c) Su acción es perversa, pues su afán reeleccionista revela su intención de violentar la Constitución, aún más en el caso de que fuera electo presidente por segunda vez; su experiencia pactista es su acervo delictivo, pues invalidar la Constitución Política es demoler los fundamentos jurídicos sobre los que se levanta la armazón teórica de la Democracia y el Derecho de los nicaragüenses.

4) El Movimiento luchará también contra el pacto Ortega-Alemán, y por la necesidad de construir una nueva oposición, sin la participación de políticos corruptos.

d) Daniel Ortega ejerció su derecho de ser candidato perpetuo a la presidencia de la república por su partido el FSLN, pero tal decisión fue responsabilidad de las autoridades del partido orteguista, y no obliga al pueblo al pueble nicaragüense. Una nueva intentona de Ortega de ser reelecto presidente expone a las instituciones del Estado a ser demolidas y a los partidos políticos a ser cómplices de intención y acción de tal atrocidad. El partido orteguista, FSLN, y el arnoldista PLC y demás siglas afines, serán responsables ante la historia patria y el pueblo del mayor crimen registrado contra la vida institucional de la nación.

5) El Movimiento recogerá las banderas de lucha por el respeto a los derechos democráticos de todos los ciudadanos; también distinguirá las cúpulas derechistas de las bases populares de sus partidos.

Nuestra historia nacional nos ilustra que en la forja y consolidación de las dictaduras, las fuerzas económicas más poderosas de la nación y otras de origen extranjero desempeñaron un papel esencial. Ya no es secreto para nadie la bendición impartida al gobierno de Ortega por la gran empresa capitalista nacional y las afincadas en nuestro territorio. La candidatura de Ortega para las elecciones de 2011, será también responsabilidad del gran capital nacional, regional y extra regional.

Los nuevos grupos capitalistas nacionales que se alimentan desde el poder de la familia presidencial, y la misma familia presidencial, tienen vínculos de mutuo beneficio en el largo proceso de acumulación de capitales y, por lo tanto, sustentan políticamente desde el poder un nuevo proceso oligárquico. La democracia es para estos grupos el poder político de pocos.

6) El movimiento será amplio, con la participación individualizada de los miembros de todos los partidos, de los organismos de la sociedad civil y las organizaciones sociales que lo deseen. El cognomento ético de la política y la conducta apropiada de quienes la ejercen, serán distintivos de los integrantes de nuestro Movimiento.

7) El Movimiento incluirá entre sus necesarios componentes al sindicalismo, para lo cual elaborará un proyecto de trabajo en ese sector ya organizado y de colaboración con los sectores obreros con miras a organizar sus respectivos sindicatos.

8) La población nicaragüense es joven en su promedio demográfico. La juventud, por lo tanto, debe tomar consciencia de que el escenario político que se deriva de la reelección presidencial de Daniel Ortega y su camarilla, atenta contra las aspiraciones más sensibles de su vida ciudadana: la libertad en todas sus expresiones, la justicia social y las oportunidades que demanda la formación técnica y profesional para el trabajo complejo y la formación de sus hogares. El Movimiento invita a los estudiantes de Secundaria y a los universitarios, hombres y mujeres, a unir esfuerzos en esta lucha.

9) Al Movimiento se integrarán personas con prestigio político y personal, no siendo condición si representan a tal o cual organización. Unirnos contra la reelección de Daniel Ortega es unirnos en defensa de la Constitución y la institucionalidad democrática.

10) El Movimiento reconoce la lucha de las mujeres nicaragüenses, que durante estos tres años del gobierno Orteguista ha resistido las distintas formas de agresiones misóginas: físicas, psicológicas y políticas. Nuestro Movimiento, reconoce también que estas agresiones ha colocado a las mujeres en una situación de alto riesgo para su vida y su desarrollo humano, por lo cual las invita a incorporarse a nuestra lucha contra la reelección de quien profundiza e institucionaliza sus desigualdades.

11) El Movimiento no es sectario, sino amplio, y por lo tanto, tampoco contrario a ninguna tendencia progresista; que sea la imagen y la acción de sus integrantes, las que ofrezcan al pueblo la idea y el conocimiento de sus tendencias ideológicas.

12) El Movimiento denunciará el carácter de apropiación personalista y sectaria que tiene la colaboración venezolana. Demandará transparencia y rendición de cuenta de la colaboración venezolana, la más importante que el país recibe; su uso eficiente, es fundamental para superar problemas de desarrollo del pueblo.

13) El Movimiento desplegará en sus actividades su carácter democrático, nacional y popular, y para ello deberá incorporar las demandas sociales de todos los territorios del país.

14) El Movimiento, además de su carácter social amplio, identificará su lucha con una ética política contraria al oportunismo y la corrupción que representan el orteguismo, el arnoldismo y otras corrientes políticas tradicionales.

15) El sello ético del Movimiento se destacará tanto o más que el sello político, pero sin ocultar el hecho de que es una propuesta política alternativa; se interesará en incluir a los sectores sociales que no simpatizan con los partidos políticos, pero que sí, están convencidos de que los problemas sociales sólo son posibles de resolver con su participación y con un gobierno transparente y enemigo de todo tipo de corrupción, que ha sido la tónica de las administraciones públicas que han existido en Nicaragua.

El Movimiento pugnará por una nueva legislación que penalice el latrocinio de los funcionarios públicos como delito imprescriptible, de lesa humanidad, perseguible de oficio, y se pronunciará por una norma de extradición internacional mediante tratados.

16) En consecuencia, dará pasos concretos tras la creación del Movimiento aglutinante de los sectores sociales anti reeleccionista, anti corrupción, sean de izquierda, o sólo oposicionistas, pero que anhelen una patria libre y democrática.

Managua, abril de 2010