martes, 11 de mayo de 2010


Crece el movimiento contra la reelección en Nicaragua: "las armas ahora son las leyes"

Henry Ruiz, ex miembro de la dirección del FSLN conocido como el "Comandante Modesto", toda una leyenda en el Frente Sandinista, explica con su experiencia algunas de las razones que lo llevan a luchar ahora contra su ex compañero de armas y poder: Daniel Ortega y afirma que "las armas de ahora son las leyes".


(ENTREVISTA PUBLICADA POR EL DIARIO LA PRENSA de Nicaragua) Por: Fabián Medina
Foto de La Prensa/Uriel Molina

El poco visible Henry Ruiz, apareció recientemente entre las figuras principales de un movimiento cuya principal función es luchar contra la reelección de Daniel Ortega. "Si Daniel Ortega logra establecer la reelección no habrá fuerza que impida su elección. Se la robará. Ha hecho tanto esfuerzo. Usted incluso va a ver el voto masivo en su contra y se asustará de los resultados. Nos hemos agrupado como individuos, ya andamos buscando cómo hacemos", advirtió.

Y aseguró que el movimiento no es un partido político y que la "no reelección de Daniel Ortega" es su bandera porque "por razones de legalidad, razones de ciudadanía. Usted señor, tiene que respetar la ley".

La casa de Henry Ruiz, en el residencial Los Robles de Managua, es una derruida construcción que sin duda tuvo sus "buenos tiempos". Más que jardín, maleza, y luce tan desprovista de muebles que da la sensación de estar en mudanza o en proceso de demolición, por los obreros que golpetean una parte del techo que parece haber sucumbido a las últimas lluvias.

El famoso "Comandante Modesto" aclara de entrada: "Yo efectivamente soy un hombre viejo, pero no nostálgico. No siento ninguna nostalgia por un pasado que se fue y yo viva rumiando. No creo en eso. Nosotros luchamos contra la dictadura. Hubo quienes lo hicimos de forma entera, con convicciones, tratando que la dictadura terminara y comenzara una nueva época".

En el desolado corredor, tres retratos observan: uno de Fidel Castro, otro de Sandino y uno de Herty Lewites. "Si este pelón hubiera vivido hasta el final, otra cosa sería", afirmó.

Ruiz, ingresó al Frente Sandinista en el año 1968, cuando se encontraba estudiando en Moscú como miembro del Partido Socialista de Nicaragua. Fue uno de los nueve comandantes que gobernaron Nicaragua en la década de los ochenta, y cabeza de una de las tres tendencias del Frente Sandinista: La GPP o Guerra Popular Prolongada.

Ruiz recorre a salto de mata algunos episodios de la vida del Frente Sandinista y su propia experiencia para explicar algunos de los problemas que afligen hoy a los nicaragüenses. También relata la curiosa anécdota de cuando la Dirección Nacional votó para elegir al jefe del Ejército entre él y Humberto Ortega. Según su relato, la nobleza lo obligó a votar por su contrincante, pero no recibió el mismo trato de Ortega quien votó por él mismo y Ruiz perdió 4 a 5.

Su tesis fue acumular fuerzas en la montaña para luego botar el poder.
Fijate que no fue una tesis mía. No es cierto. Había dos cosas que estaban por despejarse, Carlos (Fonseca) mismo estudiando la historia de Nicaragua y otras experiencias revolucionarias, llegaba a la conclusión, primero de que había que acumular fuerzas. No era el foco guerrillero del Ché Guevara. Yo nunca creí en el foco guerrillero, con todo mi respeto para el comandante Guevara, pero nunca creí en sus tesis de que un grupito se va a levantar y se va a irradiar la lucha. Y dos, que era necesario foguear a los militantes para dotarlos de una conciencia capaz de resistir la lucha, la tortura.

Y se convirtiera ese joven, ese militante, en una especie de ejemplo para afiliar, reclutar, propagar la idea. Había ese concepto de guerra prolongada o guerra del pueblo... Así nos adjetivaron a nosotros como GPP, pero eso lo llevábamos todos... Acumulación de fuerzas, guerra prolongada. Guerra prolongada era tanto tiempo como el necesario para tumbar la dictadura. Colocarse en el cortoplacismo era morirse, pero colocarse en siglos tampoco nos servía.

¿En qué momento conoce a los hermanos Ortega?
A Humberto, en La Habana, en el 68. A Daniel lo conocí muchos años después, en Panamá, después que lo liberó el comando que dirigió Eduardo Contreras.

Pero la historia lo que recoge es que el Frente Sandinista entra en contradicciones, se divide, usted encabeza un grupo que planteaba la guerra prolongada, pero al final se impone la tesis de los hermanos Ortega que planteaba la insurrección.
También, la insurrección no es una tesis de ellos. Repito, esto era una parte integral. ¿Cómo hacer? La idea era avanzar con una guerrilla e insurreccionar al pueblo. Ésa era una idea de todo el Frente Sandinista.

¿Cómo explica entonces que luego del 19 de julio, y a pesar de la unidad, la tendencia tercerista o insurreccional, es la que concentra las mayores cuotas de poder?
Hay un acumulado de fuerzas que cambia la calidad: más combatientes de los "terces", más relaciones internacionales que las otras dos tendencias. Incluso, cuando íbamos a dar los grados de comandantes guerrilleros nos pusimos de acuerdo para que todo fuera en partes iguales y no quedara el uno más bajo que el otro y eso se notara, pero el hecho real, la vida en combate, nos decía que los "terces" tenían más que los GPP y más que los Proletarios.

Dice Sergio Ramírez en su memoria que usted iba a ser el jefe del Ejército, en un primer momento.
Sergio cuenta eso. Yo sólo tengo un hecho, el hecho es que hubo una votación y vamos a elegir al jefe del Ejército y yo no voto por mí mismo... Yo voté a favor de él (Humberto Ortega). Lo que yo no sabía es que había habido una enorme preocupación en las filas terceristas porque la tendencia era nombrarme a mí jefe del Ejército. De eso me estoy dando cuenta yo hasta ahora.

Para que me quede claro, ¿en esa votación quedó cuatro a cinco? Humberto Ortega logra los cinco votos con su voto y un autovoto?
Sí, sí. Claro.

¿Cómo llega Daniel Ortega a ser el coordinador de la Junta de Gobierno?
Eso que Daniel Ortega se incorpora a la Junta de Gobierno no es tan fácil. Había contradicciones internas entre los propios "terces", no querían comprometerse, a veces había momentos de temor, de desenlace, hasta que deciden meter a Daniel a la Junta de Gobierno, porque acuérdese que primero fueron el grupo Los Doce.

Ése es el grupo más fuerte, ése es la proa del barco de guerra. La Junta se forma en la medida que se va descalabrando el régimen. Lo empujaron a Daniel. A nosotros también nos piden quién puede ser. Bayardo propone a Moisés Hassan. Yo digo: ¡Correcto! Así se fue armando. El programa de gobierno se fue haciendo en el camino, en la medida que la guerra nos va diciendo ¡apúrense! que está apareciendo un escenario político nuevo.

Yo ni siquiera pensaba que iba a pasar a ser miembro del Gobierno. Yo sólo decía: ¿Y ahora qué vamos a hacer? Cómo vamos a hacer con la comida, el trabajo ... Entonces los compañeros dijeron: el único que anda hablando de economía es Modesto, entonces en una reunión me dijeron que me estaban proponiendo como ministro de Planificación. ¿Aceptás? Yo era un soldado.

¿Qué preparación tenía para el cargo?
Yo no soy economista ni nada ... a comenzar a estudiar. Tenía una base, pero era muy floja, que eran algunos conocimientos de matemáticas.

¿No sintió que la camisa le podía quedar grande?
No, porque nunca hice cosas mías, propias. Yo siempre trato de hacer las cosas con otros. Tengo muchas individualidades, pero todas las tareas grandes no me las imagino yo. Aparecieron los doctores en Economía a apoyar y eso sí tuve la habilidad. ¿A ver cómo es esto? Y a estudiar. Nunca me dejé guiar por "estas cosas son como yo digo".

¿Usted se siente responsable de los errores que se cometieron en esa época?
De la totalidad del proceso. También de los aciertos. No únicamente los errores. Yo creo que eso de la Salud, la Educación no fueron errores. Fue necesario. Ahora se ve más claro que nunca.

¿Y el servicio militar?
Nosotros estábamos entrampados. Había dos ideas. Una causa no se defiende con soldados de levita, se defiende con incorporación de voluntarios. La otra es que nosotros ya habíamos entrado en una fase de agotamiento de lo que era la cantera de jóvenes, porque la guerra no es para los viejos. Si yo le comienzo a hablar a unos jóvenes de que la salida es la guerra, yo estoy siendo un viejo irresponsable, porque yo no voy a ir. Si voy me van a poner en un nicho para que no me pase nada, más bien voy a ser una carga. La guerra la hacen los jóvenes.

Nosotros necesitábamos de 20 mil a 22 mil soldados nuevos cada cierto período, que a veces era cada seis meses. Ya esa cantera de voluntarios estaba fallando. No se completaba. Entonces quedó la del servicio obligatorio. Se le puso patriótico pero era Servicio Militar obligatorio. La guerra se comenzó a poner fea. Fue hasta la operación Danto 2 que la Contra acepta que ha sido militarmente derrotada. Ahí es donde entra la negociación política.

Pero hay dos elementos que usted ha mencionado y que aparentemente provocaron un gran resentimiento que emergió en la derrota electoral: la llevada a la fuerza de los jóvenes a la guerra y las confiscaciones.
Correcto. Pero hay dos cosas que me dicen a mí que no fue eso lo conclusivo. Cuando se hace la negociación, Esquipulas, que se dice que vamos a elecciones y que se adelanta el período, nosotros tenemos un piso electoral como de 20 ó 22 por ciento. Cuando veo la información, no creo. No creo que estemos tan "charquito" cuando habíamos estado tan altos. La conclusión era que se tenía que hacer una campaña fuerte, activa, y a utilizar al Estado, al Gobierno como una herramienta proselitista. Lo mismo que se está haciendo ahora. Una vieja maña. Gallina que come huevo ni que le quemen el pico (ríe) ...

Comenzaron a dar beneficios, y el piso de 20-22 comenzó a subir a noviembre como en 54 a nuestro favor. No nos estábamos engañando. Se le decía a Daniel, colocate como estadista, como el gobernante, no te pongás como FSLN. Él no hacía caso, todos los días era el gallo ennavajado... Se da la invasión a Panamá y al siguiente mes medimos que hemos perdido como 14 puntos. Todo el que simpatizaba con nosotros esperaba que iba a haber una resistencia patriótica de los panameños ante las tropas gringas ... ¡Si fue un paseíto que se dieron por ahí! (ríe). Y nosotros caímos en la provocación. Un hecho fue haberle colocado los tanques a la Embajada gringa. ¡Ahí se cayó! Y fuimos a las elecciones con los resultados que hubo y nosotros reconocimos sin chistar el resultado.

¿Hubo discusiones de si se aceptaba o no?
Sí, pero no fueron las importantes... Quedamos estupefactos porque estábamos seguros de que íbamos a ganar. Bayardo Arce era el encargado, y la primera propuesta que llevó era que íbamos a ganar como con el 75 por ciento.

¿Hubo quién planteara que no se reconocieran esas elecciones?
No, nadie. Nadie. Yo recuerdo muy bien, hay un momento en que estamos todos, se había programado que se iba a hacer una fiesta, cuando me llamaron de emergencia como a las nueve de la noche. Nos ganaron, pensé. Estas emergencias donde ya debíamos estar en fiesta.

Efectivamente llegamos, los compañeros están preocupados. Recuerdo que pregunté: ¿Vamos ganando o estamos empatados? Estamos jodidos, dice Daniel. Como a eso de las 10:00 u 11:00 de la noche Daniel dice: Bueno, dejemos de estar viendo si va a mejorar o no la tendencia, preguntémonos mejor qué pasa, pues si perdemos.

Luis Carrión levanta la mano primero, si perdemos entregamos el poder. Yo de segundo, entreguemos el poder. No es cierto que hubo quien se opusiera. Después es que comienzan a inventarse cosas.

A partir de ese momento es que se produce lo que se conoció como "la piñata". ¿Usted cómo vivió ese fenómeno?
Ahí hay un hecho que juega y no aparece claro. Que los títulos de reforma agraria no se habían dado. Esa precariedad de la propiedad es la que empuja a concebir ¿y ahora qué hacemos con todo esto? Después aparece el siguiente asunto: ¿y el partido? Las propiedades, las casas donde está el partido... ¿Y los compañeros que vivimos en casa cómo vamos a hacer? Todas estas cosas se sumaron y no tuvieron el mejor procedimiento. Yo, por ejemplo, sostuve siempre, primero que se legalicen las casas.

¿Esta misma era la casa que tenía?
Yo he estado aquí siempre, y esta casa no era mía. Si yo con lo que andaba era con una mochila. Nunca he tenido casa propia ni he tenido una radio siquiera. Yo decía, si hay una idea de justicia, de igualdad, si aquí he vivido yo, que me legalicen esta casa. Yo no tengo plata con qué pagarla. Yo lo que no sabía era que había compañeros que tenían dos, tres, cuatro y cinco casas. Y ahora parece que había compañeros que tenían casa y hacienda. Ahí está el germen de todo esto. Y después: merienda de negro... Y eso sí es una falla, por más que quieran justificarlo.

Esa operación de legalizar varias casas para un mismo compañero, a nombre de sus hijos, tíos y no sé cuánto, no vengan a decir que es igual a legalizar esas tierras que se le entregaron a las cooperativas.

¿Esta casa es suya ahora?
Esta casa es mía. Después que ya salieron las leyes, un grupo de amigos se agruparon, encontraron los fondos, compraron bonos, y con esos bonos, que eran los bonos de indemnización, compré esta casa.

Después del 90 se le vio poco protagonismo a usted.
Yo fui uno de los más activos del Frente. Lo que pasa es que yo he sido poco de publicidad. No busco la tribuna. Yo fui así hasta el 96, que ya decidí no continuar.

¿De qué vive actualmente el comandante Henry Ruiz?
Yo hago algunos trabajos de consultoría.

¿Tiene salario fijo?
No. Tengo altibajos. Trato de vivir de acuerdo a mis posibilidades.

Hay otros colegas suyos, que igual llegaron al Gobierno con sólo una mochila a la espalda, y ahora se cuentan entre los principales capitales de Nicaragua.
Yo creo que esta idea de revolución, revolucionario, tiene un esquema ético. Si usted manda al carajo ese esquema ético y dice ser revolucionario, usted simplemente es un hocicón. Y siento mucho que mis compañeros... ex compañeros... Nos podemos saludar, yo no tengo problema con eso, pero que no se sigan llamando revolucionarios. El proceso de acumulación de capital como lo están haciendo, define a un capitalista.

Pero podrían decir que con el capital que ellos se procuraron, pueden hacer más por la gente que usted que no tiene nada.
Podrían hacer eso, pero sería para justificar su conducta. Por ejemplo, un narcotraficante podría decir que le ayuda más a la sociedad que un maestro de escuela.

¿Queda algo de la revolución por la que usted peleó?
Sí, queda algo. Si la idea de la lucha armada resolvió el problema de la dictadura somocista y abrió un espacio para que la sociedad tuviese otras oportunidades, la democracia, el derecho, para mí la ley se convierte en la herramienta principal. Ya no el arma, el tiro, ya no, eso no, si no no es superado.

La ley se convierte en principal, peleé porque sea la herramienta con que nos tasan a todos. Por eso es que yo no entiendo la excesiva ambición de Daniel Ortega que se sigue diciendo que es revolucionario y quiere pasar encima de las leyes. Cuando él va a las elecciones del 2006, él sabe que es su última vez.

¿O es que no sabía que existía ese artículo que le decía: si ganas se acabó tu juego, si no ganás, podés seguir siendo el candidato eterno? El sandinismo sería mejor si se sometiera a la ley, si los magistrados fueran los mejores magistrados porque administran bien la ley.

¿Usted ve algo de revolucionario en este Gobierno?
No, nada. Todo lo que yo veo es populismo.

¿Ve una dictadura en formación actualmente, como dicen algunos?
Sí. La expresión es el abuso, la conducta abusiva. Se hacen las cosas como yo digo. ¿Hace falta una ley? ¡Hágala! Ésta es su primera etapa. Después va a haber otra.

¿Establecería usted alguna comparación entre el culto que recibían los comandantes en la década de los ochenta y el culto a la personalidad que se le hace ahora a Daniel Ortega?
En el Gobierno ( de los ochenta) los que más salían era Daniel y otros compañeros. La lucha de Daniel es lucha del poder. Se llegaron a establecer normas con los medios de comunicación. Con Tomás (Borge) era una riña permanente que ver quién salía más... Este caso del culto a la personalidad de Daniel va emparejado con su ambición de poder. ¡Donde esté un dictador de este tamaño, ahí tiene (el culto a la personalidad)! Para mí son deformaciones de poder.

¿Cómo se lleva con sus antiguos compañeros de armas y poder?
Yo no tengo mayor comunicación, salvo con Victor (Tirado) y Luis (Carrión). Con Bayardo (Arce) no, a pesar que éramos vecinos... No tengo pleitos.

Edén Pastora contaba hace poco que usted lo dejó con la mano extendida cuando él lo quiso saludar en un funeral.
Es que uno tiene también que proteger su decencia propia, concluyó Ruiz..

No hay comentarios:

Publicar un comentario